Enfrentando al COVID19 en Equilibrio para alcanzar la Vida Plena

Hace unos meses, reflexionando acerca de la manera de enfrentar los acontecimientos que se presentan, los eventos que suceden y las decisiones que tomamos; desarrollé, con base en el modelo de Equilibrio de Excelencia; un modelo para representar el equilibrio entre la causalidad y la casualidad para, al lograr el balance, alcanzar la vida plena.

En el Modelo de Equilibrio presentado en el libro Líder de Líderes, las personas que tengan comportamientos en los extremos; serán capaces de lograr niveles de desempeño altos; aunque para alcanzar la excelencia, deberán ingresar a la zona de EQUILIBRIO.
En este nuevo modelo, alcanzar la excelencia significa lograr vivir en plenitud.

El extremo de Causalidad. El principio de causalidad es un principio clásico de la filosofía y la ciencia, que afirma que todo evento tiene una causa. Así, si nosotros hacemos algo y conseguimos un determinado resultado lo será porque hemos puesto los medios adecuados para llegar a éste. Y a veces han sido muchas las razones o causas que nos han llevado a conseguir algo. Porque las cosas no ocurren de manera aislada, sino que unas están ligadas a otras en un proceso de interacción. Unas cosas suceden a otras y con frecuencia en el mismo orden. A los primeros sucesos en una relación los llamamos causas y a los segundos efectos. Decimos esto porque resulta importante destacar que el efecto, cuando conseguimos un determinado objetivo, es el resultado de una causa, o aquellos medios que hemos puesto sobre la mesa para llegar a este fin concreto. Y, por ello, el efecto es aquello que se consigue por virtud de una causa, o el fin para que se hace una cosa. Así, la relación que existe entre causa y el efecto alcanzado se llama causalidad.

Vivir en este extremo implica que todo cuanto nos sucede tiene una causa generada por nosotros mismos y que, si algo no resulta como se esperaba, entonces la culpa es nuestra, ya que «algo» hicimos para que el resultado no fuera positivo. Para quienes viven en este extremo, se busca el control de todo cuanto está en contexto con nosotros, lo cual cuando se radicaliza, se genera la ilusión de control total y se construye el paradigma de que todo es posible y que, si no es así, fue porque no se hizo todo lo que se debía hacer. Algunas personas se vuelven temerarias y, si bien llegan a generar resultados sobresalientes, el desgaste, presión y estrés provocados por este accionar continuo basado en que todo es posible, provocan que no lleguen a considerar aspectos que, por mucho que lo intenten, están fuera de su control.

Es por ello que este extremo no logra alcanzar la excelencia y disfrutar de una vida plena.

El extremo de Casualidad. Causalidad se refiere a cuando las cosas suceden de forma inesperada y sin que las pudiéramos prever. Casi sin darnos cuenta ocurren y sin que hubiéramos puesto los medios adecuados para que sucedieran, y, sin embargo, suceden. Tampoco es que no nos mereciéramos que ocurrieran, pero surgen con un menor esfuerzo que cuando ponemos nuestro máximo empeño en conseguir algo y, sin embargo, nos cuesta llegar a ello. Un día las cosas surgen sin más con absoluta facilidad. Aunque igual pudiéramos pensar que es el resultado de actuaciones anteriores, lo cierto y verdad es que surgen «por casualidad».

Vivir en este extremo genera en las personas una actitud de espera pasiva; se condicionan a las circunstancias y si lo que acontece es bueno, se dice que fue obra del creador o del destino; si las cosas salen mal, fue porque «así tenía que ser», se asume una posición de víctima y, en situaciones de crisis, el miedo es lo que hace que la persona actúe o deje de actuar. Algunas personas logran cosas con esta perspectiva de vida, se sienten «con suerte» y es por ello que no asumen la responsabilidad de lo que generan. Esto les impide alcanzar la plenitud de la vida.

El equilibrio para alcanzar la Vida Plena. Equilibrar la causalidad con la casualidad nos permite visualizar las posibilidades de una manera realista, prevenir aspectos que pongan en riesgo el logro de los resultados; ser proactivos al actuar con responsabilidad.

Vivir el equilibrio de la Vida Plena, nos permite aprender y asumir las consecuencias de lo que se hizo, así como de lo que se dejó de hacer; la relación con los demás nos permite aceptarlos y, cuando la relación falla, aceptar que hay aspectos que se escapan de nuestro control, incluso que las personas fallan y por ello, en el equilibrio, perdonar a la otra persona y a nosotros mismos para seguir adelante y crear una nueva relación o manera de actuar para vivir en plenitud.

En la zona de flexibilidad situacional de este equilibrio, podemos movernos desde el aceptar que hay condiciones y situaciones fortuitas y, con la conciencia de ello, arriesgarnos a dar los pasos que generen los resultados que buscamos. Si las cosas salen como esperamos, aprenderemos. Si no es así, también aprenderemos y seguiremos adelante.

La aplicación del modelo de Vida Plena ante el COVID-19. La contingencia sanitaria que ha provocado el Corona Virus a nivel mundial, es un ejemplo de un evento casual, al menos para la gran mayoría de los seres humanos, no es algo que ellos se hubieran generado.Vivir esta pandemia en el extremo de la causalidad implicaría asumir una responsabilidad por algo que ellos no generaron y más aún, pensar que, a pesar de las restricciones de interacción y actividad económica, es posible lograr todo cuanto se propongan.Por el lado del extremo de la casualidad, implica rendirnos al miedo que la información provoca y caer en una posición de víctima, esperar en forma pasiva que todo pase y que «sea lo que el creador quiera».

Vivir el equilibrio de la Vida Plena ante el COVID-19, nos permitirá enfocarnos en las posibilidades y planear y actuar en forma proactiva, tomar las precauciones necesarias para mantenernos saludables, crear acciones y actividades para sobrellevar el distanciamiento social; cuidar de nosotros de los demás, aprendiendo en cada paso para seguir adelante a pesar de las condiciones adversas.

Y tú ¿hacia qué extremo tiendes a moverte?

¿Cómo estás actuando para vivir con plenitud en este entorno de COVID-19?

Será genial conocer tus respuestas.

En decisiones de vida, piensa con el corazón y siente con el cerebro

En la vida, la toma de decisiones es crítica, desde lo básico entre levantarte y permanecer en cama, qué color de ropa usar, tomar agua, té o café; hasta decidir qué estudiar, en qué invertir, con quién estar.

Tradicionalmente se ha dicho que las decisiones se toman con el cerebro, de preferencia con la parte racional, y se minimiza la importancia de la parte intuitiva, así como las emociones que una decisión nos genera.

En los últimos años, la intuición y la importancia de sentirse bien a la hora de tomar una decisión se ha valorado más.

A partir de numerosos estudios y descubrimientos de cómo funcionan de manera coordinada el Cerebro, el Corazón, el Intestino y la microbiota Intestinal, y el entorno que genera este mundo caótico y cambiante; es fundamental ser conscientes de la importancia de considerar tu emoción y sentimientos a la hora de tomar una decisión importante. Por supuesto que los datos, la experiencia, el análisis de la realidad son importantes; sin embargo ¿cómo crearás nuevas experiencias y conocimientos, si no tomas riesgos?

La función principal de nuestro cerebro es protegernos, sobrevivir; es por ello que cuando experimentas una emoción, en especial una nueva e intensa, la amígdala lo traduce como miedo, provocando la reacción que te sea más natural: atacas, te paralizas o huyes.

Tampoco se trata de que te abandones a los impulsos de las emociones y sentimientos; la inteligencia emocional y la práctica de mindfulness te permitirán balancear de manera productiva la razón y la emoción a la hora de tomar decisiones de vida.

Te invito a ver el siguiente video para profundizar en la relación que tiene el cerebro y el corazón a la hora de tomar decisiones.

Adiós iPhone. Eres tú, no soy yo

6 años desde que iniciamos nuestra relación, si bien no era perfecta, sí tuvimos numerosos momentos de satisfacción y entendimiento. Resistimos las crisis y generamos riqueza juntos; parecía que nuestra relación sería para toda la vida… pero no fue así.
Tu ambición, tus celos, tus gustos y excesos; pero sobre todo, tus engaños, me han orillado a tomar la decisión de cambiarte.
Al principio me sentí desolado, creí que no podría encontrar a alguien mejor que tú.
Me equivoqué.
Encontré a alguien que no solo se ha adaptado a mí de manera rápida y satisfactoria; sino que, incluso, me ha hecho olvidar muchas de las cosas por las que estaba contigo.
Su apertura, flexibilidad y capacidad, me han hecho sentir libre de las limitaciones a las que me tenías condicionado.
En especial, su imagen, carisma y poder, así como su comprensión de que podemos encontrar la felicidad sin tener que lastimar nuestra economía; es lo que me ha hecho decidir entregarme por completo a esta relación.
No sé si es un adiós para siempre, depende de ti.