Vida, muerte, amor y su influencia en la calidad, la productividad y la competitividad

Es muy común escuchar que el empresario o jefe de un empleado le pida a éste que deje las «cosas personales», fuera del trabajo. Incluso muchas personas afirman tener esa habilidad de separar lo personal de lo laboral.
Ojalá así fuera.
La realidad es que, como más de una vez he comentado a mis Clientes, «al contratar a una persona, no sólo se consiguen dos manos y un cerebro, el paquete incluye también un corazón».
Cargar con los problemas personales en el trabajo y viceversa se conoce como el «síndrome del caracol» y se estima que anualmente se pierden en México 23 millones de horas de trabajo por problemas familiares y/o personales.
El ausentismo, el pobre rendimiento, las llegadas tarde, la poca paciencia con el jefe, los errores en el trabajo, la mala relación con los compañeros y, en general, la baja productividad; son algunas de las formas en que los problemas personales pueden afectar el trabajo de una persona.
Las implicaciones que se tienen de un entorno en donde la vida es una tragedia, la muerte se plantea como una amenaza diaria y el amor como una fuga para lograr, al menos un pedazo de cielo momentáneo; definitvamente afectan el resultado y clima de una organización.
Los problemas familiares y económicos que afectan a la mayoría de los trabajadores de todos los niveles, son variables que tienen un impacto en su rendimiento. Dependiendo de la personallidad de cada individuo, para algunos será motivo de una baja considerable de su enfoque en su actividad; mientras para otros, el trabajo será su refugio, se mantendrán ocupados y hasta dedicarán más horas de su jornada normal; aunque esto no significa que serán efectivos ni que contribuirán de manera significativa al cumplimiento de los objetivos de su organización.
En el país se ha desatado una ola de violencia que ocupa los encabezados y el grueso de las noticias locales y nacionales. Hay una «guerra» contra la delincuencia. Esto afecta el sentido de vida y de muerte que normalmente se tiene en la sociedad. De manera breve se puede decir que se refuerza la importancia de «vivir al máximo», ya que la vida no está garantizada.
Lo anterior, sumado al debilitamiento de los valores fundamentales que promueven el respeto a la vida propia y de los demás, generan un entorno crítico que refuerza el círculo vicioso de degradación social y del individuo mismo.
Los centros de trabajo, las escuelas y los grupos religiosos, se convierten en los refugios de una sociedad que vive al día, tiene miedo y acumula sentimientos que van desde la frustración, hasta la euforia por lograr hacer la diferencia… para bien o para mal.
Las organizaciones que logren generar un entorno laboral ordenado, congruente y equitativo, serán las que se conviertan en un refugio de convivencia productiva, que promueva la trascendencia del individuo a través del logro de las metas organizacionales.
Promover la mejora, reconocer el cumplimiento y reforzar la disciplina en un entorno equitativo y respetuoso; es el camino para crear un oasis de productividad en una sociedad que se mantiene al borde de una «delgada línea roja».

Las Habilidades "duras" contra las "blandas"

En los más de 25 de años de experiencia en capacitación, he podido observar cómo el desarrollo de habilidades técnicas (hard skills) es un proceso finito (inicio, proceso, final), que si bien involucra una complejidad de acuerdo al tipo de habilidad a desarrollar, es relativamente sencillo el proceso de enseñanza-aprendizaje, incluso la posibilidad de certificar dicha habilidad, es un proceso simple de preparación-operación-resultados.

No sucede así con las habilidades personales (soft skills), desarrollar habilidades de comunicación, liderazgo, colaboración, adaptabilidad, etc., implica mucho más que capacitar, practicar y evaluar. Los elementos culturales, sociales, de autoestima, automotivación, de actitud, y muchas otras más que cada persona «llevamos dentro», intervienen en la aceptación, comprensión y aprendizaje real de dichas habilidades. Además, una habilidad de comunicación en un medio determinado, con personas y entornos específicos; no garantiza un buen desempeño de la persona en un entorno diferente.

Una persona hábil técnicamente, puede echar todo a perder en el momento de comunicarse con sus superiores, colaboradores o, peor aún, sus Clientes.

“Actualmente, en las firmas de contables los ascensos raramente se consiguen sólo gracias a las habilidades técnicas. Cada vez se buscan más evidencias acerca de conocimientos comerciales, habilidades para relacionarse con los clientes, habilidades para desarrollar
nuevos negocios, así como habilidades gerenciales y de liderazgo. Las firmas quieren profesionales más‘redondeados’”.
Revisa el artículo de Guillermo S. Edelberg, Profesor Emérito de INCAE y profundiza en este tema, de actualidad.