Tiempo de reflexión, tiempo de aprendizaje

En estas épocas en que se cierran ciclos y se tiene contacto con personas con las que no se ha visto o platicado en mucho tiempo, es buen momento de reflexionar, de establecer objetivos y propósitos de mejora, tanto en lo personal como en lo profesional.
Los fines de año son una buena excusa para revisar lo logrado, para arriesgarse a realizar cambios, para transformarse ya sea en lo interno o en lo externo.
«Renovar o morir»; el inicio de un año presenta las alternativas, las oportunidades, el entusiasmo para decidir realizar aquello que siempre se ha deseado. Nunca es tarde.
HOY es un buen momento para empezar.
Pero si el entusiasmo no es lo suficientemente alto, revisa este video y cárgate de energía para que termines este 2010 con una nueva perspectiva de vida… 2011 será un año maravilloso… si te propones de verdad que sea así.

¿Qué motiva a las personas?

Es muy común que los empresarios y/o jefes busquen algún programa de capacitación que «motive» a su personal. Incluso mucha gente busca recursos para encontrar la motivación que requieren para sentirse satisfechos con lo que están haciendo.
Es un hecho que la motivación no se genera desde fuera de las personas. La motivación «surge» en el interior y depende de una serie de factores que ya grandes pensadores han analizado.
No es la intención de este artículo repetir lo que ya se ha dicho, es por ello que en las imágenes encontrarás los elementos de las principales teorías de la motivación, profundizar en cada una de ellas te será fácil buscando referencias en la web, en libros especializados o con algún experto en esos conceptos.
Mi intención es enfatizar los elementos organizacionales que se deben generar para lograr un entorno que promueva el que el personal esté motivado.
Antes, deberemos entender que la motivación no es un estado permanente. Los seres humanos somos complejos y cambiantes. El entorno influye en nosotros de una manera contundente. Las personas con que nos relacionamos, tanto en la familia, las amistades y en el trabajo, influyen en nuestro estado de ánimo sin lugar a dudas. Es por ello que una persona puede estar «altamente motivada» por la mañana y encontrarse «sumamente desmotivada» por la tarde.
Es equivalente a la felicidad. Ser feliz es una especie de «promedio» o balance final que una persona realiza de las «altas» y «bajas» que ha enfrentado en su vida y, definitivamente, de la perspectiva que tiene en el momento de hacer la evaluación; de ello dependerá si su respuesta a ¿eres feliz? es positiva o negativa.

La motivación también es un resultado, es un balance emocional que la persona siente y que provoca una reacción hacia lo que está realizando. La motivación es un resultado multifactorial, que no puede ser resuelto sólamente con una plática, una lectura, una película, un reconocimiento, un premio, un bono, una promoción, un incremento de  sueldo o incluso un enfrentamiento consigo misma o un reto a conseguir.
Es cierto que, dependiendo de cada persona, cada uno de los factores mencionados pueden influir en el «nivel de motivación»; pero no se puede esperar que el resultado se mantenga de manera sostenida por mucho tiempo.
Si se busca influir en la motivación de una persona o grupo de ellas y que el «nivel de motivación» se sostenga, se deberá utilizar una «medicina» que abarque más de un factor de influencia.
En futuras publicaciones profundizaremos en algunas soluciones o alternativas para mejorar el «nivel de motivación» de una organización, que de antemano hay que mencionar, que no son «varitas mágicas» o «cápsulas milagrosas», son procesos que deben contar con elementos básicos de credibilidad, congruencia, transparencia, flexibilidad, libertad, y sobre todo, tiempo para que el efecto buscado se logre.
La motivación no se da de afuera hacia adentro de las personas, es aquello en nuestro interior que nos mueve e impulsa a seguir adelante día a día.

La falta de equilibrio emocional puede hundir a las empresas

Cuando las decisiones se basan en suposiciones, teorías, recomendaciones sin fundamento o, peor aún, sentimientos y emociones, los riesgos de afectar de manera profunda a una organización son muy grandes.
Cuando una organización enfrenta una reestructura o un importante cambio en la forma de trabajar, ya sea por la implementación de nuevos sistemas de trabajo o por la necesidad de adaptarse a un mercado más global y competitivo; un aspecto fundamental es pensar antes de actuar y, evitar a toda costa tomar decisiones con el corazón o, peor aún, con el estómago.
En muchas ocasiones se pierde de vista que las organizaciones son “sistemas cerrados” y que un cambio en una parte de ella, afecta de una manera u otra al todo. Los mensajes que se dan mediante las acciones del grupo gerencial, la familia o el dueño mismo, generan reacciones que impactarán los resultados de la organización entera.
Mantener a una persona que a todas luces le falta compromiso, es incompetente o llega al grado de la negligencia; genera un mensaje a la organización de que ese tipo de comportamientos es válido, y por consecuencia surgen “contagios” que, de no atenderse adecuadamente, pueden convertirse en epidemia y afectar significativamente la calidad, el servicio, la productividad y hasta la rentabilidad.
A mis Clientes les recomiendo que los familiares, amigos cercanos, compadres o los “chiqueados”, deben ser las personas que son VERDADEROS ejemplos de la vivencia de valores y que sus comportamientos son los que la organización requiere para crecer. Si lo anterior se cumple, el camino a la excelencia tendrá menos obstáculos.
En ocasiones las personas que son ejemplos de cumplimiento, compromiso y que además son PRUEBA de LEALTAD, no necesariamente cuentan con los estudios o certificaciones que un ojo externo podría recomendar para tal o cual posición. ¡CUIDADO! Por ningún motivo hay que olvidar que “la lealtad no se contrata”.
En mi experiencia he conocido muchos empresarios que tienen a su alrededor gente leal que no necesariamente es la más capacitada para la posición que ocupan; pero he aprendido que ese es uno de los secretos de su éxito y crecimiento.
Contar con gente leal es un activo FUNDAMENTAL en una organización, a esas personas hay que desarrollarlas, educarlas, posicionarlas y hasta reforzarlas con otras que tengan las habilidades y conocimientos que la organización requiere. No es fácil evitar que se sientan amenazados; pero la comunicación, el compartir la visión y sobre todo, el reconocer su valor y contribución, harán que la resistencia sea menor y acepte las nuevas condiciones que la organización requiere.
Es por ello que en los dos casos anteriores, mantener el equilibrio emocional, antes de tomar una decisión, es fundamental. Colocar o retener a una persona incompetente y sin compromiso, es tan dañino como despedir a una persona leal que no cumple el “perfil del puesto”. Las organizaciones son organismos “vivos”, la vida se la dan las personas que las forman. Si las decisiones son tomadas con inteligencia, estrategia y sobre todo, con equilibrio emocional; entonces será una organización que estará predestinada al éxito… su gente se encargará de ello.